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25 ¿Acaso no lloré yo por los atribulados? ¿No me he condolido por los pobres? 26 Por eso esperaba yo que me viniera lo bueno, pero me vino lo malo. Esperaba la luz y vinieron las tinieblas. 27 Tengo el corazón atribulado e inquieto. Oleadas de aflicción me han asaltado.

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